martes, 9 de febrero de 2010

EVOLUCIÓN DE INGLATERRA HACIA LA MONARQUÍA PARLAMENTARIA


Mientras en Francia y el resto de Europa (a excepción de Holanda) estaban en apogeo las monarquías absolutas, Inglaterra, a través de la Revolución Gloriosa de 1688 recortaba los poderes del rey y lo limitaba en muchos temas a lo que el Parlamento decidiera, generando una monarquía limitada o parlamentaria. Pero a ésta se llegó a través de uN largo proceso que arrancó en la Edad Media.

LOS ORÍGENES DE LA MONARQUÍA LIMITADA: LA CARTA MAGNA
En el año 1215, ante los abusos cometidos por el rey Juan (a quien se apodaba Sin Tierra), un grupo de nobles y la alta burguesía de Londres se rebeló contra el monarca, lo apresó y le obligó a firmar un documento al que se llamó Carta Magna (Carta Grande) y en el cual el rey se comprometía a que “ningún hombre libre puede ser apresado, despojado de sus bienes, desterrado o proscripto, sino por sus pares”. De ésta manera el rey no podía detener a alguien ni aplicar penas a su antojo, porque la detención y las penas debían ser aplicadas por los pares, o sea los que eran iguales entre sí. Esto permitía a los nobles tener sus propios tribunales de justicia que se encargarían de juzgar, quitándole esa facultad al rey.
Además, en la Carta Magna el rey se comprometía a aceptar la creación de un Consejo integrado por 15 nobles, que se encargaría de controlar las acciones del rey. El rey no podía cobrar nuevos impuestos sin la autorización de ese Consejo. Años después este consejo donde los nobles se reunían y discutían pasó a llamarse Parlamento y es, por lo tanto el origen del actual Parlamento inglés.
La Carta Magna era un documento feudal que buscaba establecer los privilegios de los nobles, el alto clero y la alta burguesía frente al rey. Pero sus principios generales sirvieron como ejemplo para documentos posteriores y el nombre de “carta magna” se usa hasta el día de hoy para referirse a las constitución de cada país.
El rey Juan, apenas se sintió con suficientes fuerzas, abolió la Carta y se produjeron nuevas luchas de los nobles y la alta burguesía contra él. El sucesor del rey Juan, Enrique III mantuvo el conflicto pero fue derrotado por los nobles dirigidos por Simón de Montfort en 1258 y obligado a firmar los Estatutos de Oxford, que ratificaban y ampliaban el contenido de la Carta Magna. Poco tiempo después el rey intentó volver a asumir toda la autoridad pero fue nuevamente derrotado y el gobierno de hecho fue ejercido por Simón de Montfort, quien convocó al Consejo creado por la Carta Magna para gobernar.
El sucesor de Enrique III, Eduardo I, se impuso como rey y derrotó a Montfort, iniciando una política apaciguadora. A partir de 1295 Eduardo I convocó permanentemente al Consejo o Parlamento. A él acudía el monarca para obtener recursos económicos, y esto permitía a los integrantes del Parlamento hacer reclamos al rey y expresar su opinión sobre el manejo del estado.

LAS TRANSFORMACIONES DEL SIGLO XVI
Durante el siglo XV se produjo en Inglaterra la “guerra de las dos rosas” que desgastó a las familias nobles, y al finalizar el enfrentamiento, en el año 1485, la familia Tudor tomó el poder que mantuvo hasta el año 1603. Los Tudor, aprovechando el debilitamiento de la nobleza y las transformaciones económicas y sociales que se estaban dando, trataron de imponer el absolutismo, especialmente durante los reinados de Enrique VIII, María e Isabel.
Uno de los primeros pasos para imponer su poder por parte de los reyes fue el sometimiento de la Iglesia. Enrique VIII dio un paso importante en ese sentido al desconocer la autoridad del Papa. El motivo inicial fue un asunto personal pero que se transformó en asunto de estado: el rey Enrique VIII pidió al Papa la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón porque ésta sólo le había dado una hija mujer. El rey mantenía relaciones con otra mujer, Ana Bolena, y pretendía casarse con ésta tras la anulación de su matrimonio con Catalina. Pero el Papa se negó a realizar la anulación y entonces el rey Enrique VIII envió al Parlamento un proyecto de ley, la Ley o Acta de Supremacía, donde se establecía que el rey era la autoridad máxima de la Iglesia en Inglaterra. Acto seguido se divorció de Catalina y se casó con Ana Bolena. La nobleza y la burguesía de Inglaterra apoyaron esta medida interesados en sacar provecho de los cuantiosos bienes que la iglesia católica tenía en aquel país.
Durante el reinado de Isabel (1558-1603), hija de Enrique y Ana Bolena, se consolidó la separación de la iglesia inglesa o anglicana de la autoridad papal, se creó un ritual propio distinto al católico, se permitió el matrimonio de los sacerdotes, se implantó el inglés como idioma a usar en las ceremonias religiosas y se determinó que la única fuente de fe eran las Sagradas Escrituras (La Biblia). Se confiscó la tierra que tenían los monasterios que pasó a particulares. Por todo esto se considera a Isabel como la verdadera fundadora de la Iglesia Anglicana.
Durante este período se produce un importante desarrollo económico, especialmente en la industria textil, la minería y el comercio. Se desarrolló una marina mercante audaz que se lanzó a la conquista de los mares y al comercio con tierras lejanas contando con la protección de la monarquía. Se formaron compañías de comercio como la Compañía de las Indias Orientales y muchos nobles invirtieron en ellas; se buscaron mercados donde llevar mercadería y a través de verdaderos actos de piratería se atacó permanentemente el comercio entre España y sus colonias de América. Por estos años comenzó la colonización inglesa en América del Norte (Virginia lleva ese nombre en homenaje a Isabel, la “reina virgen”) y el tráfico de esclavos.
El espíritu empresarial también llegó al campo y muchas tierras fueron cercadas y destinadas a la cría de ovejas con cuya lana se abastecía a la industria textil. La burguesía enriquecida por el comercio compró tierras y dio el ejemplo en el cercado de las tierras, lo que fue imitado por algunos nobles. Al destinarse tierras a la cría de ovejas, disminuyó el área de cultivos; esto, en una época en que aumentaba la población urbana, significó un aumento de la demanda de productos alimenticios y un aumento del valor de las tierras.
Si analizamos la sociedad inglesa del siglo XVI nos encontramos con una intensa movilidad:

En la cúspide de la sociedad encontramos aún a la nobleza, los lores, propietarios de grandes extensiones; algunos, como los que se encontraban en el oeste y el norte mantenían el sistema antiguo de hacer trabajar las tierras por arrendatarios que entregaban parte de lo cosechado; otros invertían dinero, cercaban, criaban ovejas, y participaban de otras actividades como el comercio y la industria.
Luego se encontraba la “gentry”, sector intermedio de propietarios, burgueses ennoblecidos o pequeños nobles aburguesados, emprendedores, que trataban de sacar el máximo resultado a sus tierras experimentando con nuevas técnicas.
En las ciudades se desarrolla la burguesía, hombres de negocios, prestamistas, comerciantes, propietarios de manufacturas, es el sector más dinámico de la sociedad inglesa y de ellos se nutrirá la monarquía para designar cargos de administración en el gobierno.
Los sectores más pobres los integraban los arrendatarios y jornaleros rurales y los asalariados de la ciudad, constituyendo la mayoría de la población.
En el aspecto político, junto al rey se mantenía el Parlamento, poco tenido en cuenta por los monarcas, pero siempre respetado. En el Parlamento aún se conservaban las ideas de resistencia a los impuestos arbitrarios, ya que en el estaban representados los nobles propietarios de tierras (la Cámara de los Lores) y los burgueses ricos (la Cámara de los Comunes).

EL INTENTO ABSOLUTISTA DE LOS ESTUARDO
Al morir Isabel en el año 1603 le sucedió su sobrino Jacobo I, rey de Escocia , inaugurando la dinastía de los Estuardo. El nuevo rey concebía la monarquía como un poder absoluto de derecho divino e intentó prescindir del Parlamento disolviéndolo cada vez que aquel se le opuso. Jacobo I escribió lo siguiente, que es claramente demostrativo de sus ideas absolutistas: “Los reyes han recibido de Dios la misión de gobernar, y los súbditos deben obedecerlos, y en ningún caso hacerles resistencia. El rey es señor superior de todo el país, es dueño de todos los que le habitan y tiene sobre cada uno de ellos el derecho de vida y muerte. El rey está por encima de la ley, tiene el derecho de suspender la ley por causas que sólo él conoce”. Desde el comienzo de su gobierno el rey no contó con la simpatía del Parlamento inglés que no veía con buenos ojos que el monarca, de origen escoces, llevara desde Escocia a sus principales consejeros y ayudantes. Además se generó descontento por los cuantiosos gastos de la corte. Cuando el rey precisaba dinero convocaba al Parlamento, pero, como éste aprovechaba para hacer oír sus quejas y críticas, lo disolvía
Algo similar sucedió con su sucesor, su hijo Carlos I, que asume el trono en 1625. En 1628 el Parlamento aprobó una declaración de principios conocida como la “Petición de Derechos” donde se decía que nadie podía ser obligado a pagar impuestos que no fueran aprobados por el Parlamento y que nadie podía ser detenido sino por mandato o sentencia judicial. En 1629, Carlos I disolvió el Parlamento y no volvió a convocarlo por once años. Asesorado por el ministro duque de Strafford y el arzobispo Laud, persiguió a los opositores políticos y religiosos, y estableció nuevos impuestos sin consentimiento del Parlamento. Desconociendo la Petición de derechos, el Consejo del Rey juzgaba a quienes emitían opiniones contrarias a las ideas políticas o religiosas del monarca aplicando severas penas, que iban desde multas, corte de orejas y nariz, hasta la pena de muerte. Como necesitaba dinero y no quería reunir al Parlamento, el rey puso en vigencia una vieja norma que permitía la monarca imponer un tributo especial a los súbditos cuando Inglaterra corriera riesgo de ser invadida (era el “ship money” : dinero para los barcos). En ese momento no existía peligro de invasión, pero Carlos I argumentó qué el debía velar por la defensa del reino y prevenirlo de un futuro ataque.
En 1640 y debido a las medidas religiosas tomadas contra los protestantes escoceses, estos se sublevaron y le declararon la guerra a Inglaterra. Carlos I necesitado de dinero para armar el ejército convocó al Parlamento solicitando la creación de un tributo. Los parlamentarios dijeron que primero se debía atender a sus reclamos y además recomendaron al rey que buscara la paz con los escoceses (muchas parlamentarios tenían afinidad religiosa con aquellos) El rey disolvió nuevamente el Parlamento (al que se conoció como Parlamento Corto, porque sólo funcionó durante dos meses). Pero como los escoceses invadieron Inglaterra, el rey volvió a convocar al Parlamento, cuyos integrantes mantenían su actitud contraria al absolutismo del monarca e incluso le amonestaron (este nuevo Parlamento siguió funcionando por trece años, por lo que se llamó el Parlamento Largo).
El Parlamento condenó y ejecutó al duque de Strafford y al obispo Laud y resolvió que el rey no podía disolver el Parlamento ni poner impuestos sin autorización de aquel. Además algunos parlamentarios, los partidarios de limitar al máximo el poder del rey, propusieron que el gobierno fuera ejercido por ministros previamente aceptados por el Parlamento y dar la dirección de la Iglesia Anglicana a una asamblea de teólogos nombrados por el Parlamento. Pero la mayoría de los parlamentarios no aceptó estas dos últimas propuestas que dejaban al rey sin poder alguno.
Carlos I, sintiendose fortalecido, fue personalmente al Parlamento con una guardia armada para detener a los jefes del grupo más radical que había hecho las propuestas mencionadas. Pero los habitantes de Londres, agitados por el Parlamento, se sublevaron y el rey debió huir de la capital. Buscó apoyo entre la población del norte y del oeste, más tradicional y conservadora, mientras el Parlamento se hizo fuerte en el sur y el este, en las zonas donde se venían produciendo un mayor desarrollo comercial e industrial. Así se inició la guerra civil entre los dos bandos. La Iglesia Anglicana apoyó al monarca, mientras que los “puritanos”, protestantes, apoyaron al Parlamento.
Los puritanos querían establecer la pureza en la religión y en la conducta, de ahí el nombre con que se les conocía. Querían suprimir a los obispos, abolir el uso de crucifijos, altares, candeleros y ornamentos usados en los templos y prohibir bailes y diversiones los días domingos. Usaban vestimentas oscuras, sin adornos y un corte muy especial de cabello, por lo que se les llamaba “los cabeza redonda”. La mayoría eran medianos propietarios o comerciantes.
Las primeras batallas fueron favorables al rey que contaba con el apoyo de parte considerable de los nobles que dominaban el combate con caballos. Pero como no hubo una definición rápida hacia un bando u otro, cada uno buscó aliados para tener más ventajas: el rey negoció con los irlandeses mientras el Parlamento buscó el apoyo de los escoceses

CROMWELL
El Parlamento organizó un ejército a cuyo frente colocó a Oliverio Cromwell, un propietarios de tierras del este fervoroso puritano. Este buscó incentivar a los soldados, inculcando en ellos el espíritu de sacrificio religioso, además designó oficiales según su desempeño militar, sin importar su origen social. Al cuestionarsele la designación de gente común, respondió: “prefiero un capitán vestido de paño burdo que sabe pelear, que a un caballero que no es ninguna cosa más que eso”. Cromwell derrotó al ejército del rey. Este huyó hacia Escocia pero fue hecho prisionero y entregado al Parlamento.

Después de la detención del rey, se produjo una división entre las posturas conciliatorias del Parlamento (que incluían hasta un arreglo con el rey para que este volviera la trono) y la posición radical del ejército que se negaba a llegar a acuerdos con la monarquía. El ejercito dirigido por Cromwell, que disponía de la fuerza, se impuso y el 9 de febrero de 1649 se ejecutó al rey. Por otro lado los miembros del Parlamento que se oponían a las ideas impulsadas por Cromwell fueron expulsados.
La ejecución del rey provocó una nueva guerra civil, iniciada en Irlanda y Escocia, donde se encontraba la nobleza tradicional y era fuerte el catolicismo. Cromwell venció a los sublevados y ordenó una gran masacre, después de la cual los irlandeses perdieron sus tierras que fueron entregadas a colonos ingleses.
El poder quedó en manos de Cromwell y su ejército, “los costillas de hierro”, imponiendo un gobierno personal que llegó a un punto culminante cuando en 1653 disolvió el Parlamento y se proclamó Lord Protector de la República de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Convocó un nuevo Parlamento en 1656, pero luego lo disolvió para pode disponer libremente del gobierno sin límites.
En realidad Cromwell era la cabeza visible de un gobierno donde predominaban los intereses de la “gentry” y los comerciantes. Para satisfacer a estos se aprobó la Ley o Acta de Navegación (1651) mediante la cual se establecía que los productos importados debían llegar a Inglaterra en barcos ingleses, lo cual beneficiaba a los comerciantes ingleses frente a los holandeses que eran los que hasta ese momento hacían la intermediación.

LA RESTAURACIÓN MONÁRQUICA: CARLOS II Y JACOBO II
Al fallecer Oliverio Cromwell en 1658, su hijo Ricardo intentó sucederle como si se tratara de una dinastía real. Pero el hijo no tenía las aptitudes del padre para gobernar, ni contaba con el respaldo total del ejército por lo que debió renunciar. Al quedar sin gobierno Inglaterra, un consejo d oficiales del ejército llamó a los parlamentarios que habían sido integrantes del Parlamento disuelto por Cromwell en 1653.
Pero el Parlamento se enfrentó con el ejército por los impuestos que se cobraban por resolución de Cromwell para pagar los sueldos de los soldados. El principal jefe militar, el general Monck, se dirigió con su ejército hacia Londres diciendo que iba a defender el Parlamento. Pero lo que hizo fue un acuerdo con los monárquicos, partidarios de reconocer como rey al hijo del ejecutado Carlos I, que también se llamaba Carlos. Este se encontraba refugiado en Holanda y desde allí difundió un manifiesto en el que prometió pagarle a los soldados los sueldos adeudados, convocar al Parlamento, decretar una amnistía para quienes habían participado de los sucesos contra su padre y declarar la libertad de creencias religiosas.
Aclamado por la muchedumbre, Carlos II asumió como rey en 1660. Inmediatamente dio licencia a la mayoría de los soldados y sólo mantuvo dos regimientos del ejército como guardia. Eliminado el peligro de una sublevación, inició la persecución de los antimonárquicos y ejecutó a los jueces que habían condenado a su padre. El cadáver de Oliverio Cromwell fue desenterrado y colgado de una horca.
En el nuevo Parlamento fueron mayoría los monárquicos y fue tan dócil al rey que éste no tuvo necesidad de disolverlo y lo mantuvo por dieciocho años sin hacer nuevas elecciones.
Al rey le gustaba el teatro, las carreras de caballos, la caza, la pintura y la ciencia; estaba siempre dispuesto a divertirse y no le interesaba la tarea administrativa del gobierno. Por eso se rodeó de consejeros o ministros en quienes delegaba el gobierno y que se reunían en las habitaciones del rey, es decir en el gabinete real, por eso al consejo de ministros se le empezó a llamar simplemente “el gabinete”.
En 1670 el rey Carlos II hizo un acuerdo secreto con el rey de Francia Luis XIV: el rey de Inglaterra se comprometía a convertirse ala religión católica y a cambio Luis XIV le daba dinero y le apoyaba con un ejército si la población inglesa se sublevaba. El rey no se animó a declararse católico por temor a la reacción de los anglicanos y protestantes. Pero promulgó una declaración de perdón que dejaba en suspenso todas las restricciones impuestas a los católicos ingleses. Su hermano, Jacobo, sucesor al trono, se había declarado católico y se había casado con una princesa católica.
La mayoría anglicana del Parlamento aprobó la Ley de Prueba que obligaba a todos los funcionarios que ingresaran en la administración a comulgar en la forma anglicana antes de tomar posesión de sus cargos, lo cual impedía el ingreso de católicos y protestantes. El Parlamento también aprobó el derecho de “habeas corpus” por el cual toda persona detenida por orden del rey debía ser llevada, dentro de las 24 horas de la detención, ante un juez para que este decidiera si debía ser procesado o dejado en libertad. Con este derecho se garantizaba la libertad de circulación de las personas y se evitaba que el rey diera orden de arresto a sus adversario políticos en forma arbitraria.
Temerosos de que Jacobo pudiera suceder a Carlos II en el trono, algunos parlamentarios presentaron un proyecto de ley excluyendolo de la sucesión. Los parlamentarios se dividieron en dos sectores: los partidarios de excluir a Jacobo que fueron llamados por sus adversarios “whigs”, nombre dado a los fanáticos protestantes escoceses que eran antimonárquicos; y los partidarios de que Jacobo pudiera suceder a Carlos, llamados burlonamente “tories”, nombre que se daba a los bandidos irlandeses. Este fue el origen de los dos partidos tradicionales ingleses, que en el siglo XIX serían conocidos como Partido Liberal (los whigs) y Partido Conservador (los tories). La Cámara de los Comunes, con mayoría whig, aprobó el proyecto de ley que impedía a Jacobo acceder al trono en caso de muerte de Carlos II; pero la Cámara de los Lores con mayoría de los tories rechazó el proyecto. Finalmente Carlos II disolvió el Parlamento (1681).
En 1685 murió Carlos II y fue sucedido por su hermano Jacobo II. Se producía lo que muchos temían: un rey católico en Inglaterra. Jacobo II convocó al Parlamento y los tories fueron mayoría. Los tories eran partidarios de apoyar al rey aunque la mayoría de ellos no compartía su religión, y aprobaron nuevos impuestos para que el monarca tuviera suficiente dinero disponible.
Jacobo, empecinado en su idea de restablecer el catolicismo en Inglaterra y tratando de imitar al absolutismo reinante en el resto de Europa, comenzó a tomar medidas arbitrarias y poco prudentes. Despidió a todos los ministros protestantes, nombró sólo a católicos para ocupar cargos en el ejército y como profesores de las universidades. Los tories comenzaron a inquietarse; eran partidarios del rey porque lo consideraban el gobernante legítimo, pero no querían que Inglaterra se convirtiera en un país católico.

LA REVOLUCIÓN DE 1688
Jacobo II no tenía más sucesores que dos hijas de su primer matrimonio y ambas estaban casadas con príncipes protestantes, por lo tanto el se confiaba que los intentos favorables al catolicismo del rey, terminarían con su muerte, ya que su sucesor sería protestante. Pero en 1688 el rey tuvo un hijo varón de su segunda esposa. Este, que sería educado en el catolicismo, iba a ser el sucesor.

Los tories se pusieron de acuerdo con los whigs y se comunicaron con Guillermo de Orange, esposo de María, la hija mayor del rey. Guillermo, que era príncipe holandés, tenía preparado un ejército al frente del cual se trasladó desde Holanda hacia Inglaterra. Jacobo II envió al ejército para enfrentarlo, pero muchos oficiales se pasaron del lado de Guillermo. El rey huyó con su familia hacia Francia donde fue recibido por Luis XIV. Había triunfado lo que los ingleses llamaron “la Revolución Gloriosa” sin llegar a una guerra civil como había ocurrido anteriormente con la rebelión contra Carlos I. Hubo intentos de sublevación en Escocia e Irlanda pero fueron rápidamente reprimidos por los nuevos gobernantes.
Guillermo y María convocaron al Parlamento y la mayoría de los elegidos fueron whigs. El Parlamento decidió que Guillermo y María serían reconocidos como “soberanos conjuntos” y que Guillermo gobernaría sólo. Apenas instalado Guillermo III, el Parlamento aprobó una Declaración de Derechos (1689) donde se enumeraban los actos reprochados a Jacobo II y que un rey de Inglaterra no debería hacer: imponer impuestos sin autorización del Parlamento, mantener o aumentar el ejército sin autorización del Parlamento, cambiar a religión del reino, disolver el Parlamento. Se establecían además los derechos de los súbditos: elegir el Parlamento, ser juzgados por los tribunales. Los integrantes del Parlamento no podían ser detenidos ni acusados por lo expresado en él. A partir de ese momento Inglaterra pasaba a ser una monarquía limitada.

EVOLUCIÓN HACIA EL PARLAMENTARISMO
Durante el reinado de Guillermo se hizo costumbre que el rey eligiera a todos sus ministros del mismo partido, en este caso los whigs, y de esa manera, los ministros, que a su vez eran integrantes del Parlamento, convencían a los demás parlamentarios de su mismo partido que apoyaran las medidas de gobierno que tomaban. Así se fue creando el gobierno de partido: el rey designaba al Gabinete, o sea a los ministros, entre aquellos que contaban con el apoyo del partido que era mayoría en el Parlamento.
Cuando Guillermo pidió dinero al Parlamento, este votó recursos sólo por un año, de esta manera el rey se veía obligado a convocarlo con frecuencia. Los impuestos ya no alcanzaban para mantener el presupuesto de la monarquía, así que se recurrió a pedir un préstamo. Los prestamistas fueron los burgueses ricos de las grandes ciudades que quedaban comprometidos con la suerte del gobierno, ya que del mantenimiento del sistema político dependía que cobraran efectivamente el dinero prestado. A su vez la monarquía fue cada vez más dependiente del dinero aportado por la alta burguesía que estaba representada en la Cámara de los Comunes. Esta comenzó a tener mayor peso en las decisiones que la Cámara de los Lores integrada por nobles.
En 1701 se llegó a un acuerdo con los escoceses y estos decidieron unirse definitivamente a Inglaterra y perder la posibilidad de tener su propio monarca. El Parlamento aprobó el Acta de Unión que creaba el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. Escocia quedaba fusionada con Inglaterra, aunque mantenía algunas leyes propias y su religión, y estaba representada en el Parlamento por 45 diputados en la Cámara de Comunes (en un total de 513) y por 16 Lores en la otra Cámara.
Tras la muerte de María y de Guillermo, reinó Ana, la otra hija de Jacobo II. Al morir Ana en 1714 se buscó al familiar más cercano a la linea de sucesión, descartandose al hijo que Jacobo había tenido en su segundo matrimonio, ya que una ley lo había prohibido. El familiar más cercano era un descendiente de Jacobo I que era príncipe alemán y gobernaba en Hannover. Así se inició, con Jorge I, la dinastía Hannover. El nuevo rey no hablaba inglés y tampoco se interesó mucho por aprender ni por saber sobre nuevo reino. De hecho fue delegando el gobierno en sus ministros que comenzaron a reunirse y decidir sin la presencia del rey, ya que este no se estaba interesado en asistir a las reuniones. Y como se mantuvo la costumbre de que el rey designara ministros dentro del partido mayoritario en el parlamento, era éste en definitiva quien trazaba las lineas del gobierno. Para que el rey estuviera enterado de lo que sucediendo en su reino, uno de los ministros se encargaba de comunicarse con él. Durante el reinado de Jorge II, el ministro Walpole se encargó de esa misión y sus adversarios le llamaron burlonamente “el primer ministro”. Ese nombre se hizo usual y se mantiene hasta hoy. Con el tiempo, los monarcas se dieron cuenta que a veces era difícil que los demás ministros aceptaran que uno de ellos se encargara de comunicar al rey las decisiones que habían tomado, así que, cuando había que designar ministros, se empezaba por designar al primer ministro y se le encargaba a él que eligiera a los demás, que por supuesto, iban a ser de su partido y de su confianza. Para facilitar la tarea, el rey elegía como primer ministro al jefe o líder del partido mayoritario, que iba a ser respetado y aceptado por su grupo. En caso de que cambiara el partido mayoritario en el Parlamento, este podía censurar a los ministros y estos tenían que renunciar, para que el rey designara otros que contaran con el respaldo de la mayoría parlamentaria.
Finalmente se hizo costumbre que ninguna decisión del rey se consideraba como un acto de gobierno si no llevaba la firma de un ministro por lo menos, de esta manera los responsables por lo que se hacía en el gobierno eran los ministros y no el monarca. La figura del rey era sagrada, simbolizaba la unidad del reino, pero no tenía poder. Se decía entonces que en Inglaterra “el rey reina, pero no gobierna”.
Todas estas costumbres, totalmente nuevas en la historia, dieron origen al régimen parlamentario de gobierno que caracterizó a Inglaterra y luego sirvió de modelo a otros países.

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